Carnaval de Barranquilla, cultura, tradición y economía naranja

Por Carmen Inés Vásquez Camacho

Ministra de Cultura de Colombia

Pensar en el Carnaval de Barranquilla es pensar una de las más grandes manifestaciones de la cultura colombiana y en especial, caribeña, que refiere a música, danza, artesanías, cocinas tradicionales, comparsas y coloridos vestuarios; es pensar en Esthercita, en Joselito Carnaval, en reinas y en miles de colombianos y extranjeros que cada año dedican cuatro días a vivir esta gran celebración de nuestra identidad. 

Pensar en el Carnaval es también pensar en el resultado de un arduo trabajo en el que confluyen los talentos y habilidades de creadores, artistas, gestores culturales, autoridades locales; productores logísticos, hoteleros, personal de servicios turísticos y de transporte. Es, en definitiva, pensar en un proyecto de ciudad que convoca a propios y extraños, que la dinamiza y la transforma —en lo social y lo económico—, con un solo pretexto: la cultura. 

Con los más de $215 000 millones que mueve cada febrero, según Situr, el Carnaval de Barranquilla es uno de los mejores ejemplos de economía naranja, es decir, es patrimonio cultural, es libertad creativa, es producción, distribución y apropiación de bienes y servicios culturales. 

Solo en 2019 esta fiesta cultural reunió a más de 900 000 personas y convirtió las calles de la capital del Atlántico en el escenario más grande del Caribe colombiano, y para hacerlo, sumó, como todos los años al sector privado y al sector público —artistas, gestores y emprendedores culturales, empresarios e instituciones—. 

Desde el Ministerio de Cultura, compartimos la inversión pública que se realiza cada año en Carnaval de Barranquilla, la cual alcanzó en 2019 una cifra de $9000 millones, que se distribuyeron entre el funcionamiento de la Fiesta y el Programa de Portafolio de Estímulos del Carnaval. 

Si tenemos en cuenta los niveles de gasto de los asistentes, de los gobiernos local y nacional, los recursos por patrocinios, el gasto de los hacedores, los multiplicadores de producto de sectores relacionados (alimentos, bebidas, comercio, hotelería, restaurantes y servicios de transporte terrestre), el movimiento económico de la temporada de Carnaval este año alcanzó los $384 936 millones.  Todo esto para garantizar que los asistentes pudieran disfrutar de los más de 300 eventos públicos y privados que se desarrollaron durante el Carnaval en 2019, entre los que se destacan las comparsas de danzas tradicionales, la Lectura del Bando, la Noche de Guacherna, el desfile del Garabato de Emiliano, el Carnaval Internacional de las Artes, la Noche del Río; entre otros. 

Este fenómeno naranja lo corrobora, además, los cerca $7 000 millones que facturaron los hoteles de la ciudad, gracias, entre otras cosas, a la entrada a Barranquilla de 17 469 personas que llegaron al aeropuerto Ernesto Cortissoz en vuelos nacionales e internacionales (11,10 % más con respecto a los mismos días del Carnaval de 2018) y los 43 073 turistas que arribaron a la ciudad a través de la terminal de transporte terrestre. 

Pensar en el Carnaval de Barranquilla es, en definitiva, una forma de comprobar que la cultura en Colombia sí puede ser motor de desarrollo social y económico, y factor de transformación de los territorios. Además del alto impacto y los beneficios económicos que conlleva, este evento cultural genera una cohesión social que involucra a todo el país. De esta manera, es considerado como un proceso cultural que revitaliza una gran parte de la tradición y herencia cultural de Colombia.

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